Que las tragas sean una diversión y no una adicción

Hola amigos,

Pues lo dice bien claro el enunciado y es algo que me gusta debatir de vez en cuando.

Hoy quiero compartir con vosotros un artículo que me ha parecido interesante

    “De vez en cuando, el demonio se despierta”

En Suiza están prohibidos los casinos en líneas, pero nada impide jugar en webs extranjeras.

En Suiza están prohibidos los casinos en líneas, pero nada impide jugar en webs extranjeras. (AFP)

Por Daniele Mariani, swissinfo.ch


 

Cerca de 120.000 personas en Suiza tienen problemas derivados del juego. Julia* es una de ellas. Los casinos en línea fueron su ruina. Después de estar a punto de perderlo todo, ha logrado salir a flote, pero el camino aún está lleno de escollos.

 

Un mes fue suficiente para que Julia desarrollara una adicción al juego. Probablemente solo algunas drogas duras tienen un efecto tan fulminante.

Tiene entre 40 y 50 años, un título universitario, un buen trabajo, está casada y es madre de cuatro hijos. Poco o nada hacía pensar en que Julia pudiera dejarse atrapar por los juegos de azar.

 

Un simple golpe de ratón

Todo comenzó hace tres años. “Con unas compañeras solíamos hacer apuestas en línea sobre partidos de fútbol. Había depositado veinte francos en una web. Un día entré para ver cuánto dinero quedaba. Había aún treinta y pico de francos. Pero al acceder al sitio vi que acababan de agregar un casino en línea. Proponían también la ruleta y entonces me dije: vamos a probar. Pulse con el ratón, comencé a jugar y gané. Al inicio siempre se gana”, relata a swissinfo.ch con una sonrisa que refleja su amargura.

Atravesaba un periodo de dificultades económicas y Julia vio en el casino en línea una solución milagrosa para ganar un poco de dinero. Un sueño que pronto se convirtió en pesadilla. A diferencia de la mayoría de los jugadores, que buscan ayuda solamente después de años de adicción, Julia enseguida se percató de que algo no iba bien.

Un mes y medio después de los primeros juegos –y un par de miles de francos despilfarrados- habla de ello con su esposo, pero le oculta el monto de las pérdidas, contacta a un centro de asesoramiento especializado en adicciones.

“Conseguí una cita, pero para tres meses más tarde”. Mientras, Julia se hunde en un pozo económico y la tan ansiada consultoría será un fiasco total.

 

Dinero virtual

“Me vi sola con mi problema. Una vez atrapada en la Red, el casino en línea no te deja. Te bombardean constantemente con e-mail, bonos… Es como si quisieran decirte: oye, no olvides a tu demonio.”
 
Los casinos reales no le interesan. “Fui una vez a uno, pero no es lo mío. Lo que me gusta son los juegos en línea y el aspecto visual. Hay algo que me resulta mágico en el ámbito gráfico, incluso en juegos estúpidos poco más desarrollados que las máquinas tragaperras”.

Otro aspecto solapado de los casinos online es que el jugador tiene la sensación de utilizar dinero virtual. “No tienes la impresión de perder. Buenos, hasta que llega la factura de la tarjeta de crédito a fines de mes…”

“Gastar dinero en estas webs es facilísimo”, agrega Julia”. “Para retirarlo, por el contrario, se requiere mucha paciencia. Hay que presentar documentos y esperar entre dos y cinco días. ¿Y qué hace uno mientras? – Jugar”.

 

La tentación en casa

“Los días festivos eran terribles. Me pasaba horas frente al ordenador. En el trabajo nunca jugué. Pero sí me tomaba el día libre o decía que estaba enferma para poder volver a casa y jugar. Mi absentismo laboral era mayor que hoy. Nunca robé, pero desarrollé muchas artimañas para retirar dinero de las cuentas”.

En cierta manera, los casinos son para los ludópatas lo que las tiendas de licor para los alcohólicos. “Con los casinos online, sin embargo, es como si el alcohólico viviera en la planta superior de la tienda. Solo necesita calzar las zapatillas para salir a comprar una botella”.

Depresión, pensamientos de suicidio, problemas físicos… Julia se hundió en un pozo. “No comía, no dormía. Estaba obsesionada con encontrar estrategias para ganar”.

Al cabo de un año, Julia decide acudir a un psiquiatra especializado en adicciones. “Me explicó que la dependencia afecta al cerebro reptil, o sea la parte del encéfalo que regula nuestras necesidades vitales, como comer y dormir. Por ello es muy difícil superar una adicción. Entonces entendí que había tocado fondo.”

 

El peso de la vergüenza

salir poco a poco del pozo. “Desde que estoy en tratamiento, he pasado de cerca de 900 a 150 francos al mes. Mi objetivo es llegar a cero de aquí a fines de año”.

De vez en cuando, el demonio se despierta, explica Julia.

“A inicios de año ingresé 25 euros y gané 10.000. Pero enseguida lo perdí todo. Quería más, porque mis deudas son mucho más elevadas. Incluso hoy, si no juego durante dos o tres días, me siento tensa, tengo síntomas físicos de la abstinencia, necesito la adrenalina que me proporciona el juego. He vuelto a hacer deporte, a tocar música, pero nada me calma”.

“Vergüenza” es una de las palabras que cita con frecuencia. Vergüenza por todo el dinero que hubiera podido gastar en otras cosas. Vergüenza delante de sus hijos, a los que aún no ha conseguido confesar el monto de las pérdidas. Vergüenza delante de aquellas personas pobres que conoció durante un viaje a un país del sur.

De un tiempo a esta parte, Julia trata de plasmar negro sobre blanco su experiencia y quizás un día escribirá un libro. Ha decidido dar su testimonio para que otras personas puedan “salir de la sombra”.

“Creo que es un problema en aumento. Muchas veces oigo jóvenes hablar de póker online. Quiero que mi experiencia sirva para algo y transmitir que se puede salir de ello”.